Las farolas patrullan
silencios impostados.
Ejercen su engañosa
labor de luna llena.
En el iris de los charcos
ondula ese mismo
escarceo de la luz
que persigues.
Faltan brazos
en todas las caídas.
Guíate por el canto
okupa
del magnolio,
fíate
de los gorriones.
Nunca
de las farolas.
Aunque con sus sombras
se hagan el muerto.
En realidad dejan
que las abrace cualquiera.
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