miércoles, 15 de marzo de 2023
PINTURA: GOYA
En la obra de Goya de 1810, conocida como Las Viejas (también subtitulada El Tiempo), la protagonista de la escena es una vieja decrépita, de cuerpo flaco y consumido, como si fuera un esqueleto. Se sienta en compañía de otra vieja con aspecto de celestina, y sostiene entre sus manos un pequeño medallón que probablemente conserva la imagen de ella misma cuando era joven y bella. Otra posibilidad es que contemple la efigie de su añorado amado, ya lejano. La vieja aparece enjoyada con todo tipo de ornamentos para el pelo, pendientes y pulseras, haciendo gala de la vida acomodada que un día tuvo, mientras se sienta sobre su actual y pobre silla de esparto. Su vestido blanco de gasa, a la moda afrancesada de tiempos atrás, tiene detalles florales en azul celeste, y sin duda sería más apropiado para una jovencita. Su amiga, más discreta, lleva un traje negro con mantilla. La acompañante, servidora fiel durante toda su vida, le acerca un espejo en donde refleja su ajado rostro, triste y melancólico. La comparación de la efigie del medallón con la que ve reflejada en el espejo le produce una tremenda desazón. Detrás del espejo, Goya ha escrito ¿Qué tal?, pregunta que la vieja no escucha, sumida en el recuerdo de su belleza marchita. Detrás de las mujeres aparece imponente la figura de Cronos, el auténtico protagonista de la composición, encarnado en un fuerte hombre con alas, de barba y pelo blancos. Sujeta una escoba con la que va a barrer a la vieja, pues ya ha llegado la hora de su muerte.
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