Andaban los gorriones
entre las mesas
de la terraza del bar,
dedicados
a esa diaria
y concienzuda tarea
de colectar
migajas de pan
o cualquier cosa
comestible
que haya caído al suelo.
Pero les bastó
un gesto sencillo
-batir sus pequeñas alas,
alzar el vuelo-
para hacerse
poesía.
Ahora dicen
los que saben de pájaros
que también ellos
están desapareciendo,
me pregunto
qué diablos
habremos hecho
con la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario