Ojos cerrados.
La luz se ha dormido
bajo los párpados.
No quiere mirar
el cuerpo descoyuntado
de la muñeca.
Ausenta
cualquier esfuerzo
para que el juguete
adquiera de nuevo
apariencia de vida.
Los recuerdos
se han roto
o están en otro lado.
Ahora la mente
es un páramo en blanco,
interminable,
abocado al silencio.
El discurrir solo suma
instantes aislados;
es un relato sin hilo,
aleatorio, encerrado
sobre sí mismo,
entre tinieblas.
En silencio ha crecido
una habitación vacía.
Quien vive en ella
no sabe buscarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario