miércoles, 22 de febrero de 2023

OPINION: EL GRAN CONTRASTE


Asistimos a un fenómeno curioso: cuanto más consenso hay en la sociedad española sobre un tema, más discusión hay en la esfera política. En los años posteriores a la Transición, muchos asuntos polarizaban a un electorado que, mentalmente, residía en dos mundos antagónicos: la España cerrada en el conservadurismo franquista y la abierta al liberalismo europeo. Para muchos, eran un crimen el aborto, las relaciones homosexuales y la no subyugación total de la esposa al marido. Otros, por el contrario, reivindicaban que España se acercara a los estándares europeos. Frente a esta sociedad dividida, la mayoría de los políticos trataba de tender puentes y el país avanzó lenta, pero imparablemente, en derechos sociales, pasando de ser el peor alumno del continente a uno de los más aventajados.

Hoy en España más del 80% de las personas está a favor de la legalización del aborto, por delante de Alemania y 20 puntos por encima de Estados Unidos. Los norteamericanos sufren una fractura social como la que nosotros tuvimos en el pasado, con lo que es lógico que el aborto esté politizado ahí. Pero en España el aborto ha entrado de pleno en la discusión pública justo cuando hay menos discusión social objetiva. Ya sea con las propuestas de Vox para Castilla y León, las evasivas de Feijóo sobre si es un derecho, el debate de la nueva ley o la revisión constitucional de la anterior, el aborto alimenta las salas de máquinas de los propagandistas políticos. Hoy es más fácil que los ciudadanos de a pie en este país se pongan de acuerdo sobre algún tema que los que se supone que los representan.

Según las encuestas, la ciudadanía está sosegada. Ante la complicada situación actual, los sentimientos que predominan son la tranquilidad (para el 40%) y el cansancio (el 30%), siendo residuales el miedo (7%), el enfado (16%) y el entusiasmo (8%). Por mucho que los políticos intenten alterarnos, agitando su librillo del desasosiego, solo lo consiguen con el reducido grupo de sus seguidores más irredentos. Igual es que no somos monos aunque algunos estén convencidos de lo contrario. 

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