miércoles, 18 de mayo de 2022

POESÍA: NOSOTROS

 


Ahí está esa fe casi alfabética 

de ciertas cosas

como los bancos de piedra

en la noche espesa

de los jardines

de ciertas calles desniveladas

que terminan muy arriba

de aquellas las madres abnegadas 

y quietas como los puentes. 


Esa fe oceánica y entera

hacia todo lo hijo,

hacia lo que hay

o permanece de hijo en el pan

y en la pena practicable

en la imprecisión

de los animales domésticos

y de los ancianos domésticos

en los relojes de plástico

de las paredes de las cocinas

que domestican al silencio,

y a los colores ofensivos

y vulgares que adornan. 


Y en la luz de las farolas

que cae y tiembla sobre

el desplazamiento de los ríos

y en la tristeza fluvial

de los peces y de las branquias

de los peces

y en los juncos callados

en medio de la noche,

calladamente a oscuras

como armarios maternos

llenos de trapos, pinzas,

aerosoles, detergentes,

en donde también

está esa fe entera y masiva

hacia todo lo hijo,

hacia lo que hay de hijo

en acudir a los lugares

oliendo siempre a naftalina.


O en estar pertenecido

y obedecer como el limo

o las manzanas

o a asentir como lo hace

el cristal barato en un frutero

de cristal azul oscuro. 

Obedecer con la devoción

que regresa de los espejos

igual que se obedece

a esas madres abnegadas

y encimadas. 


Pero los espejos tienen mucho

de cansancio ya en el nombre

pero quedan los peines,

lo que nos dejamos

en los peines, en las perchas,

las distancias

para seguir hablando alto

y otramente de nosotros. 

Y saben golpearnos

con nuestro envés más envés

y la vida se nos queda atrás

como entre púas

y nosotros que quisimos

despreciarnos la heredad

de las creencias

pero a que estábamos atentos, 

¿¡qué nos iba a quedar

más allá de las creencias

sino nosotros!?


Sí. Nosotros.

tristes organismos

equivocados

errores de quiénes

son tan pretenciosos

inoportunas tentativas

de la nada echa pedazos. 


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