La oscuridad cambia
la percepción de las cosas:
las sombras
los árboles
la gente.
Por eso nos da miedo,
pero cuando
la claridad acontece
nos envuelve
con el manto de la realidad
espantando a los monstruos
de nuestra cabeza,
a los que nos persiguen
en nuestros recuerdos,
a los que nos atacan
en nuestros sueños.
De ahí el adagio:
Amanece, que no es poco.
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