lunes, 7 de febrero de 2022

OPINIÓN: CIBERACOSO


Leo asombrado sobre el acoso en las redes recibido por la mujer que se hizo con el triunfo en el dichoso festival de Benidorm. Chanel recibió mensajes de odio racista, sexual y clasista en Twitter y al hacerlo pasó a engrosar el número de mujeres que son acosadas cada día en esta (y otras redes) por el hecho de bailar, expresarse u opinar como les parece. No en vano, las redes son un reflejo del machismo estructural que nos atraviesa. Hablo de ese porcentaje tóxico que no se mueve y que no perdona, como no perdona la cifra de mujeres que mueren asesinadas cada año. Pero ¿cómo de fuerte llega a ser este acoso? Según la Comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad de Género (FEMM) del Parlamento Europeo, dos de cada 10 mujeres en Europa de entre 18 y 29 años han padecido ciberviolencia machista. Porcentaje importante pero comparativamente ridículo si uno piensa en las mujeres que mantienen públicamente un discurso feminista, para las que la posibilidad de recibir insultos es del 100%.

Chanel, como tantas acosadas antes que ella, cerró su Twitter. Es así, si te agreden en la vida analógica, es el agresor (o la agresora) quien recibe una orden de alejamiento. Pero en redes ocurre al revés: es la víctima quien debe alejarse. Si te humillan virtualmente, los expertos dicen que son trolls quienes lo hacen, como si no fueran personas reales. Chanel, como tantas agredidas recordaba en un telediario lo contrario: “Detrás de las pantallas hay seres humanos con sentimientos y está en juego su salud mental”. Las víctimas existen, su ansiedad es real, su miedo es real. En cambio el machismo vive en el país de los trolls y se expresa, aún hoy, con total impunidad.

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