miércoles, 24 de noviembre de 2021

POESÍA: EXTINGUIRNOS JUNTOS

 



Quiero escribirte

un verso a tu medida,

solo eso: necesito para ello

tanto si solo en ese verso

bastan siete palabras

como siete días,

que el calendario mida

las semanas con ellas,

y comprendas desde ellas

otro modo de dividirse el tiempo,

que organices tu tiempo así,

según las manecillas

de mi intención como una ayuda,

un refugio contra el tiempo,

las manecillas de mi intención

como un tiempo donde

el tiempo nunca exista,

donde las horas sean

las que tú quieras,

donde no existan horas

si no quieres,

ni rutinas, horarios:

nuestra vida como un inmenso

día interminable,

¿no es acaso todo eso

lo que hago yo al pensarte?,

¿lo que intento hacer?,

¿lo que quiero que hagamos? 

Que este hoy

sea el mañana y sea el ayer,

todo.

Tú eres mi tiempo: tú.

Cuando estás y cuando no:

son las tú en punto,

las tú y media:

son las manecillas

que tú quieras ser,

porque eres mi intención,

tú eres todo lo que quiero decirte,

tú eres el tiempo que tengo

y conozco,

que se rompe y se quiebra

como un verso roto

por donde tú quieras partirlo.

Cuando estás, cuando no:

me duelen ambos.

Me duele todo el tiempo

que tú eres.

¿Después de ti,

me quedará tan solo esto,

saber que dueles, que vendrás

conmigo de este modo,

en el dolor?,

¿sólo podré abrazarte

en el dolor?,

¿sólo podré contarte

mis anécdotas

de enamorado en el dolor?,

¿y oír tu risa sólo en el dolor?,

¿esto es lo que me queda

cuando busque

tu número y no llame,

cuando busque

saber que eres feliz,

como hemos sido?

¿Después de ti,

me quedará tan solo

el dolor, tú, que eres mi alegría?

¿Hablar del dolor

si eres la alegría?


Te busqué

durante largo tiempo.

Hoy te sigo buscando aún

cuando no estás. 

Hoy, que anuncian el final

de nuestra especie

en redes sociales,

hoy, que un estudio australiano 

dice que en el dos mil

cincuenta moriremos todos

por culpa del cambio climático.

Aún queda tiempo, amor,

para extinguirnos,

para pelearnos más,

para más cajas de mudanza

para vernos,

sabiendo que es mentira,

que, en verdad,

cuando leí la noticia pensé en ti

y en nuestros cuerpos juntos

y abrasados

por el calor, la sed,

el hambre, el éxodo climático

y la desesperación. 

Imaginé pasar contigo

el fin de mis días

y que tú también quisieras,

¿qué llevaríamos de equipaje?,

¿te enfadarás si olvido

mi cepillo de dientes,

el desodorante, el gel?,

¿qué cosas sin importancia

será importante llevar

para extinguirnos?,

¿qué salvaremos

de una vida juntos?,

¿por qué sigo escribiendo

este poema si está ya

condenado a extinguirse

con nosotros también?

Si me preguntas por qué,

soy incapaz de responderlo,

pero algo hay, sin lógica,

escondido, que me convence,

que me hace ver obvia,

irrefutable, la necesidad

de escribir todo verso

a tu medida.


Por eso te busqué,

para ser alguien habitable

a la medida de esto

que tu corazón supo intuirme,

como un hogar construido

sobre plano.

Ser una urbanización

de los momentos

que compartimos juntos,

que protejo

de estudios australianos,

de peligros de extinción.

Un lugar donde aún viven

nuestros gatos, donde

nos esperan tras la puerta, 

impacientes.

Este espacio irá en nosotros

siempre y cuando sea

dos mil cincuenta y uno.

Este espacio que nos hará

a nosotros: cuando abran

nuestros cuerpos quemados

por el cambio climático,

tendrán todo este sitio

en sus guantes de látex.

Cuando aparten

el corazón del cuerpo,

apartarán lo que fue

nuestra casa;

cuando quiten los pulmones,

el jardín donde montamos

la piscina hinchable

en los veranos,

donde correteaba la niña

mientras crecía

y yo regaba porque las plantas

también merecían

disfrutar de nosotros. 

Por eso te busqué.

Hoy te he buscado todavía,

porque queda por construir,

por ser aún el refugio

que nos quede aunque

no resista al dos mil cincuenta.

Hoy sé que quiero

extinguirme contigo.

Pero ¿y si no llegamos?,

¿y si alguien de nosotros

dos muere, por ejemplo,

mañana o dentro de unos años

o, por qué no, cuando acabe

este poema,

si es que tiene final posible

¿cómo acaba un poema

que no tiene fin,

el más largo que nunca

haya escrito?

Pero ¿y si no llegamos?

Quién entierre a quién

es lo de menos, amor.

Para morir los dos basta

con que uno muera.



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