martes, 23 de noviembre de 2021

PINTURA: CARL SPITZWEG


Carl Spitzweg suele describir de manera humorística la vida de la pequeña burguesía. Estamos en Alemania, a finales del S. XIX, la pintura de este tiempo es la de la sociedad burguesa, que ha tomado el protagonismo luego de la Revolución Francesa, desplazando violentamente a la aristocracia.

Suele reflejar el confort del hogar, el gozo de los sencillos placeres burgueses. Y es a la vez una crítica a aquel pasado dominado por la vida superficial de los poderosos y su gusto recargado y opulento. Por eso se utiliza mucho el recurso de la sátira.

La sátira, en general, es un relato inteligente, agudo, con el que se ridiculiza a una clase social o a un grupo de personas. En la pintura en particular, es un tipo de pintura narrativa (muestra una escena, “cuenta una historia”) que combina el realismo, la denuncia social, con la ironía, con el humor. Spitzweg nos muestra con gracia la condición del artista en general. Una obra maravillosa y de la que podemos aprender mucho si consideramos un detalle en especial: cómo logra el tono humorístico. Si acaso quitáramos el paraguas, la escena ya no es graciosa, por lo que además deja de ser una sátira y ni siquiera le queda mucha fuerza realista como crítica social.

El detalle de un paraguas: un pequeño elemento que nos lleva a reflexionar sobre la condición del artista, pero que también nos invita a reflexionar sobre el fascinante mundo de los procesos creativos. Creatividad es el vehículo o el “arma” con que el artista envía su mensaje o su mirada del mundo al receptor. En un extremo, está aquél que utiliza la provocación escandalosa. En el otro, el que sabe conquistar con una sutileza. El primero enamora más rápido. El segundo enamora por más tiempo.

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