La única manera de fulminarte,
la única de cortar tus alas,
arruinar tu discurso
envolverte en sus razones
como una corteza
es o sería contestar
directamente tu violencia.
Pero luego ¿qué?
animal de pico peligroso
como el de las gaviotas,
animal político falsamente par
¿Qué piensas hacer con ella?
¿Qué premio le darás
por haberse liberado?
Detrás de esa puerta, ¿qué?
Cuando ya no sepa
convertir su hartazgo,
su infelicidad su ira
en acción política
por cansancio,
por vergüenza, dile
¿A dónde acudirá
si no están sus hermanas?
El chillido de los conejos
es angustioso
pero sería un error olviarlo
porque solo ellas,
las desolladas,
saben lo que les conviene
y también,
muy de vez en cuando,
lo que las absuelve.
Y por más que lo suyo sea
apenas un breve instante
en mitad de algo,
les bastará con tener
los ojos bien abiertos
y caer como una piedra,
ay,
sobre tu miserable nuca.
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