jueves, 18 de noviembre de 2021

OPINIÓN: CANAS Y MENOPAUSIA


Que me perdonen las mujeres mi atrevimiento, porque por esta vez elijo transitar por un camino reservado para ellas. Que sepan que lo hago con mucho respeto, y que no estoy tratando de arrogarme ser la voz de nadie. Pero es que desde la barrera, veo cosas que me indignan por lo que significan, y esta es una de ellas. Resulta que hemos convertido un tema físico y hormonal que viene de la mano del proceso de envejecimiento como es la menopausia en un drama para muchas mujeres. Porque se permite envejecer a los hombres, pero a ellas no. 

La menopausia, entre otras delicias, les reserva la tormenta perfecta. Se les desploman a la vez la melanina, las carnes y los estrógenos. Así se hallan muchas: mirándose cada día al espejo de las lamentaciones y sopesando, a sus décadas, si se tiñen o no se tiñen, y si luchan a brazo partido contra una nueva arruga o esos kilos que de repente han aparecido de no se sabe dónde. De algunos hombres puede decirse, y de hecho se hace, que envejecen bien y nadie se sonríe si les ven colgados del brazo de alguna jovencita... Pero cuando es al revés, cuando es una mujer peinando canas y arrugando piel la que se acompaña de un pimpollo, la crueldad nos asoma por todos los sentidos.

Algunas mujeres han aprovechado el confinamiento para dejarse las canas y la verdad es que están estupendas. Por no hablar de Andie McDowell o Jessica Parker, que se han tirado al monte y exhiben orgullosas melenas grises. Pero la mayoría sigue presa del yugo del patriarcado, o de la dictadura de la imagen, llámalo como quieras. Así que, el dilema de la imagen sigue ahí alimentando prejuicios, y agravando sofocos que ríase usted de la erupción del Cumbre Vieja. En fin, que desde la óptica de un tipo que osa meterse donde nadie le ha llamado, exigo el derecho de las mujeres a ser viejas y, además, parecerlo. Pero para eso, he de reconocerlo, hay que tener muchas agallas.

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