jueves, 16 de septiembre de 2021

REFLEXIÓN: LOS ANTIGUOS GRIEGOS


Soy un enamorado de la antigua Grecia. Aparentemente, era un mundo extraño: Vestían de una manera extraña, hablaban, hacían cosas extrañas, como por ejemplo los atenienses. Eso de reunirse para ir al teatro, esa apertura hacia el mar y hacia los mitos. Pero, por otra parte, están muy cercanos. Se nota en los niños pequeños, por ejemplo. Son amantes de las historias y de los mitos. Es curioso ver cómo en los quioscos, por ejemplo, proliferan ahora todavía muchos libros de mitología griega. Y ese es el atractivo hacia lo fascinante y lo fabuloso. Pero, por otra parte, es el atractivo hacia un mundo que es humano, que es el mundo de las grandes pasiones, de las ideas, etc., que no encontraríamos sin ello. Yo creo que es un empobrecimiento de la vida el reducirla a lo cotidiano y al mundo de lo audiovisual y del consumo. Pero tenemos muchas cosas heredadas de los griegos. Siempre caracterizo al mundo griego por el mundo de la inquietud y la curiosidad, por el deseo de saber que tenía esa gente. Griegos que se lanzaron a colonizar el Mediterráneo, impulsados un poco por la pobreza y por el hambre, porque no se cabía en las pequeñas ciudades griegas, y necesitaban viajar. Pero que vieron en el mundo ese espectáculo maravilloso que presenta, por ejemplo, la ‘Odisea’. Y que transmitieron luego sus valores como la curiosidad intelectual, la búsqueda de la verdad en la filosofía y en todo lo demás, el sentir el aspecto trágico que tiene la humanidad, incluso en sus seres más grandes como son los héroes. Y luego cosas que se han ido borrando un poco, pero que también estaban en el mundo griego, como son la hospitalidad, el amor al otro, la democracia y el amor a la libertad. Todo eso estaba en ese pequeño pueblo. Bueno, en ese pequeño país. No llegó a ser un país, sino un conjunto de ciudades, que eran los griegos. Muchos de esos valores son los nuestros. Están nuestro amor a la libertad, a la democracia, al saber. Incluso, yo diría, la filantropía, esa apertura hacia los otros, que luego el cristianismo llamará caridad u otras cosas, pero eso ya está en el mundo griego. Creo que eso lo conservamos. Y cuando lo comparas con otras culturas te das cuenta de que es una gran riqueza, incluso con la nórdica, que es una cultura de grandes héroes y aventureros y de fuerzas y de batallas, o con las de Oriente, que son las culturas más cerradas sobre sí mismas. Me parece que es algo claro. Somos muy griegos todavía.

Nosotros ya no creemos en los dioses y héroes griegos, pero siguen perviviendo en forma de mitos. Y nos enseñan a ser mejores como humanos. El heroísmo para nosotros consiste en alguien que está dispuesto a sacrificarse por los demás. Ya no hay grandes héroes en el mundo este moderno del consumo y de las armas atómicas. El héroe guerrero ha desparecido y subsiste en el cómic, subsiste en la historia, subsiste en las leyendas, pero ya no hay héroes guerreros. En cambio, quedan esos pequeños héroes, desconocidos, que arriesgan su vida y su felicidad por los demás. Pienso, por ejemplo, en algunos médicos, en algunos viajeros hacia el tercer mundo. Eso sigue existiendo. Es como si el gran héroe se hubiera roto, pero quedaran chispas sueltas por ahí. No abandonemos nunca el mundo clásico, todavía podemos encontrar en él enseñanzas positivas para nuestra vida. 

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