domingo, 26 de septiembre de 2021

OPINIÓN: BRUJAS


Hay palabras que jamás salen de mi boca, insultos que me son completamente imposibles de pronunciar, e incluso pensar. La inmensa mayoría tienen que ver con las mujeres porque a lo largo y ancho de un tiempo de relaciones de dominio y sumisión, los hombres hemos sabido manejar con absoluta naturalidad y villanía un vocabulario cargado de desprecio hacia ellas. Hasta cuando nos hemos querido insultarnos a nosotros mismos, lo hemos hecho refiriéndonos a nuestras respectivas mujeres más cercanas. Y creo firmemente que ya es hora de que la infamia acabe, por eso me enerva tanto lo ocurrido en el Parlamento en el que ese ex juez fullero y repugnante, desde las filas de la extrema derecha, ha llamado bruja a una diputada socialista. El vocablo, como suele suceder en casos como este, califica más al que lo pronuncia, que a la persona a quien va destinado: un ex juez al que nos imaginamos disfrutando muchísimo ejerciendo de inquisidor en épocas pretéritas y enviando a sus víctimas a la hoguera. Porque eso eran las brujas, mujeres valientes e independientes que se rebelaban contra los corsés de los tiempos en que les tocó vivir. Y de los barros de aquellos inquisidores que las perseguían con saña, tenemos aún hoy en día que soportar los insultos cargados de lodo, nada menos que de un diputado. Desde sus filas han querido quitar hierro al asunto, la inefable por nefasta Macarena Olona ha comentado que a ella le han dicho cosas peores. Que incluso, la han llegado a llamar hasta... ¡FASCISTA! Pues yo le digo que no es lo mismo: con ningún hombre se utilizará el término brujo para vejarle e insultarle, la connotación no tiene los mismos componentes que su versión femenina. Se puede llamar fascista a un hombre o a una mujer y el significado es el mismo en ambos casos. Pero si alguien pronuncia por lo bajo y en tono despectivo ¡bruja!, sabemos muy bien que quien lo hace no está pensando en hombre alguno. 

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