jueves, 29 de julio de 2021

PINTURA: MATISSE


La habitación roja (llamado también Armonía en rojo) (1908). Henri Matisse. 

En la modernidad, el color pasa a ser protagonista. Se utiliza como recurso poderosísimo para expresar sentimientos, estados de ánimo, la visión subjetiva del artista. El gran maestro del color del siglo XX es Matisse. Y no por una sola razón sino por tres:

Por un lado es la figura más importante del fauvismo (este cuadro es un ícono del movimiento). Los fauvistas utilizan colores puros, estridentes, contrastantes, para expresar emociones y crear otra realidad: subjetiva, autónoma, independiente de la realidad de nuestro mundo.

Si bien la pintura moderna ha comenzado a romper con la perspectiva y la profundidad tradicionales, Matisse utiliza nuevamente el color para ir aún más allá: anula la ilusión de la profundidad (hace una vuelta a la bidimensionalidad), usando el color con la misma intensidad en elementos que aparecen en primer o segundo plano (algo que se observa perfectamente en el cuadro que ilustra).

Al final de su carrera, cuando ya le cuesta manejar los pinceles, empieza a recortar papeles pintados con aguada y realiza sus famosos decoupages. Cambia el “colorear” por el “dibujar directamente sobre el color”. Un recurso que da resultados maravillosos en un mundo que busca síntesis a la hora de expresarse.

El arte ha cambiado para siempre, el artista no reproduce sino expresa, interpreta, inventa nuevos universos. Ya no hay motivación para pintar las cosas exactamente como son. Y, para Matisse, el color ya no debe ser el que se nos presenta en la realidad sino que debe ser “pensado, soñado, imaginado”.

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