viernes, 23 de julio de 2021

OPINIÓN: EL HORROR DE LAS CORRIDAS DE TOROS


Twitter ha cerrado la cuenta de un fan del diestro Morante de la Puebla por “fomentar el placer sádico” al exhibir imágenes de una corrida tan sangrientas que violaban los términos de uso de la red, esa ristra de condiciones que aceptamos siempre sin leer y que van constituyéndose en leyes del mundo moderno. 

Las redes sociales no solo se han convertido en la arena en la que se dirimen batallas colosales, en la que se ganan o se pierden elecciones, sino en tribunales capaces de sentenciar con rapidez lo que en el mundo real nos cuesta una eternidad. Donald Trump fue expulsado de Twitter después de apelar a la movilización que desembocó en el asalto al Capitolio, un intento de golpe de Estado en directo que sigue sin una investigación judicial ni legislativa como se merece. Pronto acudiremos a Twitter para que decida si un estado de alarma es constitucional por no esperar a que sus señorías tengan un ratito para ponerse a modificar las leyes que correspondan y no dejarlo a la interpretación de los jueces.

Así que Twitter le ha puesto nombre a los toros, pero no es quien acabará con ellos. La supuesta fiesta en torno a la tortura y muerte de un animal está en declive con caídas del 60% de las corridas en la última década ya antes de la pandemia. En una encuesta realizada por el Gobierno (2014-2015), el 90,5% de los españoles reconoce no asistir a festejos taurinos. El 56,4%  está en contra de ese espectáculo y solo el 24,7% a favor, según otra encuesta de 2019 que mostraba claramente la división entre el votante de izquierdas y de derechas, sobre todo de Vox.

El público ha ido abandonando ese horror no tanto por razones económicas, como alega el sector, como por el desenganche emocional de un modelo que avergüenza a las nuevas generaciones. La mera idea de diversión a partir del sufrimiento y ejecución de los toros es una vergüenza histórica que debe acabar cuanto antes. Twitter lo ha dicho: es placer sádico. Y la sociedad no puede permitir que esa herida continúe sangrando. 

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