¿Serán esas voces
que se escuchan en el bosque
las de los asesinos?
¿Son ellos los que susurran
tumbados entre hojas secas
en mitad de ninguna parte?
Tarde adentro
todo es amenaza
mientras el sol
limita con sus sombras
y en la cautela que siembran
como esporas al andar
que tan claramente les denuncia.
Los colores del otoño
relucen en su extravío
mientras el animal
ajeno a la mortal amenaza
pasta tranquilo en un claro.
De repente sueña un trueno
que prolonga su eco
entre las ramas de los árboles,
los pájaros alzan el vuelo
y una vida se desangra
en la agonía del que nació
para ser un trofeo de caza
propiciado con frialdad absoluta
por la ignominia humana.
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