La aprobación de la nueva Ley
de Seguridad Ciudadana en España es un duro golpe para gran parte de la
sociedad que sale a la calle a reclamar lo que considera justo. Con esta nueva
medida el Gobierno ataca de lleno los derechos y fundamentales de reunión y
manifestación recogidos en la Constitución.
Lo cierto es que esta ley es una respuesta directa y desproporcionada contra las diversas formas de protesta civil pacífica a las que tiene derecho la ciudadanía. Ante la profunda crisis socioeconómica, frente a los escándalos de corrupción política y a las estafas de bancos y grandes empresas, la sociedad española se ha levantado para aunar fuerzas e intentar frenar las injusticias que día a día se suceden. Pero ahora, con la conocida como Ley Mordaza, estos esfuerzos pueden ser en vano porque deja a los que se movilizan indefensos ante la represión indiscriminada al no estar tutelados por un juez.
Siempre han existido leyes injustas. Ante tal situación se nos plantea un dilema moral: Optar entre estar contentos de cumplirlas, trabajar para enmendarlas y obedecerlas hasta cuando lo hayamos logrado, o incumplirlas desde el principio.
Antes que ciudadanos somos seres
humanos. Así que lo deseable no es cultivar el respeto por la ley, sino por la
justicia. La única obligación que tenemos derecho a asumir es la de hacer en
cada momento lo que creamos justo. Ya lo dijo Henry David Thoreau: ‘Bajo un gobierno que encarcela injustamente a
cualquiera, el hogar de un hombre honrado es la cárcel’.
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