A todo
lo que he considerado
importante
he intentado entregarme
como si fuera a durar.
Con las personas
las ideas
los sentimientos
firmé un contrato
escrito sobre la piel
a veces
para decir adiós
he tenido que arrancarme
las cláusulas
a tiras.
Así ha sido
incluso cuando
he dejado la impresión
de incumplimiento
y es que nadie
puede ser obligado
a ser perfecto.
Asumiendo se esta manera
mis debilidades
he acabado por entender
mejor las de los demás.
La letra pequeña
siempre termina
camuflada
entre las cicatrices
y no hay seguros
que cubran el contrato.
Ley de Vida, amigo
no hay otra
sólo probablemente
un tropel de concurrencia
mejor que yo.
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