Lo
tenía todo para amarte…
La palabra de cuatro letras que define un sentimiento.
La dulzura de unos labios nutridos del néctar de las flores.
La voz de un niño arrullado en el calor de los afectos.
La clarividencia de los sentidos advertidos por tu belleza.
Lo tenía todo para abrazarte...
Una entrega sembrada al calor de sus fértiles sueños.
La fuerza del mar que recorría anhelante su cuerpo.
Una ternura nacida en las emociones transparentes.
El cobijo de su alma vestida de seda para arroparte.
Lo tenía todo para besarte...
Dos pétalos húmedos para acariciar tus labios.
Un punzante anhelo de ser carne de tu carne.
Un espíritu de miel para endulzarte las madrugadas.
La voluntad de saciar cualquier sed de sentirte festejada.
Lo tenía todo para regalarte...
Un corazón comprometido en una incondicional entrega.
Una voluntad de despertar emociones profundas.
La piel henchida de una desnuda y limpia frescura.
Una razón transparente y una mente entregada.
Lo tenía todo para amarte...
Hasta que llegaste a mi vida, Flor de Luna,
La palabra de cuatro letras que define un sentimiento.
La dulzura de unos labios nutridos del néctar de las flores.
La voz de un niño arrullado en el calor de los afectos.
La clarividencia de los sentidos advertidos por tu belleza.
Lo tenía todo para abrazarte...
Una entrega sembrada al calor de sus fértiles sueños.
La fuerza del mar que recorría anhelante su cuerpo.
Una ternura nacida en las emociones transparentes.
El cobijo de su alma vestida de seda para arroparte.
Lo tenía todo para besarte...
Dos pétalos húmedos para acariciar tus labios.
Un punzante anhelo de ser carne de tu carne.
Un espíritu de miel para endulzarte las madrugadas.
La voluntad de saciar cualquier sed de sentirte festejada.
Lo tenía todo para regalarte...
Un corazón comprometido en una incondicional entrega.
Una voluntad de despertar emociones profundas.
La piel henchida de una desnuda y limpia frescura.
Una razón transparente y una mente entregada.
Lo tenía todo para amarte...
Hasta que llegaste a mi vida, Flor de Luna,
en
el momento más imprevisto
para
darle por fin una razón y un continente
a aquella
amalgama palpitante.
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