jueves, 19 de febrero de 2015

EL CORAZÓN DE LAS IDEAS







En aquel tiempo
yo tenía veinte años
y me sentía urdido
por la fiebre de la impaciencia.
Estaba construyendo
una revolución,
había ganado un sueño
lo demás no importaba:
ni estudiar ni vivir
las madrugadas
de los gatos románticos.
El sueño creció
se revolvía dentro de mí
estatua eternizada
en pensamientos líquidos,
un gusano retorciéndose
en el anhelo
como un sueño
dentro de otro sueño.
Hasta que descubrí
la pesadilla que significa
el ser humano,
después de aquello
aspirar a ser feliz
con algo más
que no fuese el amor
me hubiera parecido un crimen.
Estoy aquí, me dije,
mejor con los gatos románticos
y allí me quedé
hasta que curado del espanto
supe que no podemos
permitir que la realidad
destroce el corazón de las ideas.






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