Resulta que los españoles
están ofendidos porque el gobierno les ha mentido, no cumpliendo lo que el
Partido Popular había recogido en su oferta electoral y porque ha acabado
haciendo la mar de las veces exactamente lo contrario de lo que se había
prometido... Y yo me pregunto qué era lo que esperaba el pueblo español cuando
le otorgó a la derecha un poder nunca visto en nuestra joven democracia,
abriéndole las puertas para que hicieran en nuestra casa lo que les apeteciera,
prácticamente se les otorgó carta blanca para cambiar el país de arriba a abajo:
Mayoría absoluta en el parlamento nacional y la capacidad de gobernar en casi
todas las demás instituciones, llámese Comunidades Autónomas o Ayuntamientos.
Pero el Partido Popular no
surgió por generación espontánea hace un par de años, tiene una trayectoria
detrás que está llena de manipulaciones, populismo barato, mentiras y menosprecio
a los ciudadanos tanto en sus etapas de gobierno como en la oposición. Había
sido el partido de la guerra de Iraq, el desastre ecológico del Prestige, el ultraje
a los soldados españoles muertos en el accidente del Yak-42 o la desvergüenza
manipuladora sobre las causas del mayor atentado terrorista perpetrado en suelo
español, insistiendo en ello aún cuando la justicia dictaminó exactamente lo
contrario de lo que plantearon... En cuanto a actitudes, nadie podía llamarse a
engaño: Por sus nombres teníamos que haberlos reconocido, gente con suficiente trayectoria
detrás como para que ahora vengamos a hacernos los sorprendidos.
La cuestión es que nos dejamos
convencer de que habíamos entrado en el selecto club de los países ricos y
comenzamos a ‘actuar en consecuencia’. Despreciamos a los sindicatos porque ya
no hacían falta y a los que seguían hablando de la importancia de mantener en
alto la bandera de una ideología por utópicos, nos persuadimos de que la
izquierda y la derecha ya eran lo mismo, que daba igual quién gobernase porque
al fin y al cabo la cultura de la tarjeta de crédito nos daba un poder
económico infinito. Creímos haber dejado atrás cualquier peligro de involución
social, como si los derechos adquiridos fueran para toda la vida independientemente
de quién gobernase. Olvidamos el pasado y nos sumimos alegremente a la campaña brutal de desprestigio hacia Zapatero
en su etapa final... Y cuando llegó la hora de votar un cambio, la derecha lo
hizo en masa y los electores progresistas se quedaron en casa rumiando su
decepción, aceptando sin más la trampa del mal llamado voto útil que ahora
sería de castigo, sin hacer caso de otras opciones ideológicas que ya
planteaban la necesidad imperiosa de una renovación democrática.
Por supuesto que el partido en
el poder nos ha engañado, pero los ciudadanos españoles no son en absoluto
inocentes en esta Gran Mentira que nos ha traído hasta los lodos donde hoy nos
ahogamos. Quizás hasta era necesario que algo así pasara para que de una vez
nos demos cuenta que cuestiones como la libertad, los derechos sociales, la democracia
y el amparo a los que menos tienen han de ser defendidas en todo momento,
independientemente del dinero que acumulemos en la cuenta corriente o en el
bolsillo. Vaya por delante que el que esto suscribe no alberga demasiadas
esperanzas de que así sea... Porque de temas como el egoísmo y la insolidaridad
también sabemos muchísimo. Que se lo digan si no a los inmigrantes. Lo siendo,
pero no siento yo demasiada lástima por el ofendido pueblo español. Cada uno
tiene lo que se ha buscado.
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