Con la desazón inherente a
tener que soportar la herencia maldita que están construyendo sobre la Patria a
la que pertenecen, un conglomerado de impresentables formado por el Consejo de
Ministros y los que suscriben sus decisiones, el arzobispo Rouco y sus
ultramontanos secuaces de la sotana reaccionaria, los cargos públicos del nepotismo y la corrupción, los
medios informativos vendidos al peor de los postores y las élites económicas especializadas
en excluir a la mayoría de la población de una vida digna...
Con la pena de la ilusión
secuestrada, de los sueños hechos añicos que fueron otrora alimentados con el
esfuerzo de gente admirable que acabó condenada al ostracismo y el sufrimiento
sin que se le haya reconocido oficialmente su esfuerzo y dedicación ejemplares...
Con la extrema realidad de la
burbuja pinchada y la durísima caída que nos ha roto las esperanzas de
conseguir por fin un país que llenase de orgullo a sus habitantes, aún a pesar
de sus contradicciones...
De esta paradójica manera, maltrechos
los ánimos y con rabia en la sangre, pero sin perder de vista el hilo que trama
el guión de las cosas importantes como el amor, la solidaridad, la belleza en
la naturaleza y el arte, la amistad, la risa, la pasión por aprender, la
gloriosa manifestación de los sentidos cuando aprenden a gozar...
Y teniendo claro que todas
esas cuestiones positivas han de ponerse al servicio de la inaplazable
necesidad de limpiar el aire pútrido que respiramos proveniente de las cloacas
por donde transita la inmundicia neoliberal y ultracatólica, empeñada en ahogar
cualquier aspiración de vivir en un país decente, normalizado y libre...
Sólo desde esa perspectiva
puede desearse, para el que esto suscribe y para todos los que lo lean, una
alternativa en 2014 que tenga presente el derecho que nos asiste a ser felices.
Si algo así fuese posible, lo demás vendría por añadidura.
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