He firmado
un contrato con la vida
y procuro
ratificarlo cada día:
Me comprometo
a respirar, implicarme,
ser imperfecto,
no perder del todo
la inocencia,
conocer mis límites,
buscar resguardo
en las tormentas,
dar amor, recibirlo,
equivocarme,
pedir disculpas, perdonar,
ser fuerte y duro
si es necesario,
no perder de vista
la de ternura,
y contemplar siempre
con ojos de asombro
los almendros en flor
cuando llega febrero.
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