martes, 30 de abril de 2013

MADRUGADA



Madrugada,
Las primeras horas
siempre me reclaman...
En su transcurrir
lleno de silencios
me siento apenas
un punto de escritura,
una débil señal
donde crepita feliz
el soplo de la vida,
convertido en una prueba
del renacer del día,
excitante paradoja
entre lo posible
y lo efímero.

Muchos no comprenden
a la mañana
de luces extenuadas
y arrojadas ansias;
no comprenden que todo
se reduce a la tenue
esperanza de abrazarla
y burlar la húmeda
sentencia de la noche
con sus sienes opacas
y párpados fríos.

Es la certeza
del regreso a la brisa
que espanta
a un transcurrir
de lechos indefinidos
y ásperos finales.
Las primeras horas
me reclaman siempre
y yo acudo, nuevo,
a reestrenarme
como hombre,
como nube, como beso
que da los buenos días
al amor y el compromiso.

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