Pérdidas, desilusiones,
demasiadas lejanías.
Se arremolinan las sensaciones
y los senderos se oscurecen
bastante más de lo necesario.
Vivir, sobrevivir, morir,
cerrar los párpados por decisión
y luego…¿quién lo sabe?.
Todo puede considerarse válido.
lo profundo nos llama
a veces
la oscuridad nos
atrae
como el vértigo
al borde de un
precipicio.
Pero existen los amaneceres
y la luz que da el contrapunto,
la luminosidad del alba
que trae consigo la paz
y está también
el llanto de las nubes
que despeja los cansancios.
La vida sigue ahí para recomenzarla.
Y cuando tal
certeza se descubre
ya no importan
la lluvia silente
o las luces sin
destello,
la vida está ahí
para vivirla.
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