Las fuerzas del lado oscuro hicieron
todo lo posible para reducirlas al silencio, pero les resultó imposible.
Afortunadamente siempre había alguien que las pronunciase, aunque fuese con voz
queda. Aún así los viles y los traidores se empeñaron en prescindir de ellas,
en buscar otros términos del lenguaje que anulasen lo esencial de su hermoso significado.
Ni siquiera a golpe de decreto consiguieron borrarlas del diccionario que cada
ser humano lleva en lo más profundo y generoso de su alma...
Y ocurrió que un día la gente
se hartó de echarlas de menos, las hizo de nuevo suyas y las puso en el centro
de las protestas ciudadanas. Llenaron con ellas calles y plazas y la fuerza de
aquél eco se repitió de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo. Hay palabras que
resisten lo que sea con tal de mantener en alto unos determinados ideales y se
niegan a morir porque saben que significaría la definitiva derrota de cualquier
esperanza.
Ahora todo indica que la gente
ya no permitirá que vuelvan a amordazarlas. Al contrario, las profiere a voz en
grito, con emoción compartida. Algo realmente significativo parece estar
sucediendo. En el lado oscuro no entienden nada y tiemblan...
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