Hombres y mujeres
altivas, farsantes
que lesionan gravemente
la existencia social
cavando insondables
zanjas de empellones
traspasando límites
de indecencia nunca conocidos.
Dirigentes que avanzan
hacia el desastre general
sin importarles rastros
ni razones, ni avispas
ni puñales
como serpientes en la maraña
como un somnífero secuaz
como un círculo vicioso
que esconde la penumbra
en su corral cobarde
cumpliendo fielmente
los designios de quien les unta.
Sesgada el alma cegada
olvidan en la mierda de sus ojos
a todos esos magullados
oídos y vientres
a ciegas, sin lindes
en abrojos
con el aliento lacerado de temor
y sellados los labios
de infinito hielo.
Ellos a lo suyo
inmersos en su mundo
de inmundicia y anatemas
de inmundicia y anatemas
mientras entre el escarnio
y las alambradas
sus palabras muerden
en una continua espiral
enraizada como un pesado lastre
que engorda la miseria
y enflaquece las almas
en caduca remisión
de cualquier esperanza...
La plaga se extiende
nos ahoga
nos mata lentamente
y aún se atreven
a ofrecerse como la vacuna
que pondrá remedio al mal
que continuamente alimentan.
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