Las nubes han apagado
la luz del tipo de vida
que un día soñamos.
Hemos acabado convertidos
en patéticos actores
de un escenario bufo
que se cae a pedazos
mientras representamos
un infeliz capítulo
de nuestra existencia
al parecer imperturbable...
Sabemos mucho de quejas,
ese es un mérito
que nadie puede negarnos
pero eso sí: Sin mover un dedo
para solucionar nada.
Tras el techo que se derrumba,
sólo podremos merecer
una noche sin estrellas
porque sabemos que en el fondo
somos los culpables
de todo lo que nos pasa.
Y puede que ya sea tarde
para hacer algo más que teatro...
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