domingo, 28 de octubre de 2012

RAZONES



Las voces de la tierra
son tan diversas
como las nubes sin dueño
que avanzan sobre la magnitud
de lo incalculable.
Es ahí donde me reconozco,
no me interesa
ningún otro panorama,
no hay recinto literario
donde quiera guarecerme,
ni cuarteles literarios
de invierno que me fascinen.
A la hora de escribir un poema
me declaro insumiso,
no me interesa
lo que digan al respecto
los agentes de seguridad
de la crítica
ni he pretendido nunca
prostituir lo que escribo.
Lo hago para los soñadores,
al margen de las tendencias
que ordenan el censo lírico
como si se tratase
de un regimiento de soldados
con sus respectivos escalafones.
Admiro a los poetas
que han hecho de la imaginación,
el compromiso con su tiempo
y la desobediencia
a los enunciados del poder,
un permanente desafío
en pos de un sueño colectivo,
enfrentados a la servidumbre
de la sociedad de mercado
o lo que es lo mismo,
al feo asco de su mentira.
Y al margen de calidades,
soy feliz porque garabateo
básicamente lo que me gusta.


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