dejar en suspenso el día
para vivirlo en alguna
otra ocasión.
A lo largo de la jornada
me pienso abstener
de limpiar la casa,
meterme en la cocina,
salir a la calle
o volver a la batalla
de la existencia.
Y no lo haré al menos
hasta recobrar
alguno de mis sosiegos
más elementales.
No lo notará el mundo,
nadie aplazará nacer
o morir por mi culpa,
nadie se perderá
algo importante
porque yo no esté,
ni extraviará la razón
o se volverá cuerdo
a causa de mis consejos.
El resto de ciudadanos
seguirá respirando
este aire intoxicado
que asesina lentamente
los cuerpos y las mentes,
así que he decidido
dejar intactos sobre el tiempo
unos mil cuatrocientos
y pico de minutos
que postergo
para otro momento
en que tenga más ganas
de amancebarlos.
Quizás mañana a primera hora
los viva de golpe,
pero hoy me declaro insumiso
para compartir algo
o verme con alguien
porque realmente no tengo
ganas de hacer nada
y siempre procuro hacer
lo que me da la gana.
y siempre procuro hacer
lo que me da la gana.
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