tienen el afán de partir
en busca de aventuras,
a los confines
más remotos del planeta.
Ese impulso misterioso
es el que les lleva a explorar
desiertos ardientes,
buscar las fuentes
de la historia o la geografía,
escalar montañas
cada vez más altas
o adentrarse
en los hielos eternos.
Pero para otros,
la mayor maravilla
tras la que siempre queda
algo nuevo por descubrir
está en el cuerpo de una mujer.
Son hombres que intuyen
que en cada centímetro de piel,
cada lunar, cada pliegue,
cada recoveco
de la sustancia femenina
pueden esconderse
los Paraísos Perdidos
y que el llamado de la vida
se transversaliza
en los deseos que despierta
de disfrute erótico y carnal
para los sentidos
que lo admiran o lo palpan...
Son hombres que se saben
afortunados al descubrir
el exacto valor de una diosa
cuando esta le permite
alcanzar la gloria infinita
de arder en su morfología
y abrasarse con ella,
hombres, por otro lado,
como el que esto suscribe.
hombres, por otro lado,
como el que esto suscribe.
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