puede que un día de suerte,
en una determinada circunstancia,
como a través
del rostro de un niño,
un gesto de misericordia,
de sufrimiento o de paz,
nos sea concedida
una señal irrebatible.
Tal vez la descifremos
sólo nosotros,
pero es posible que aún así
se vuelva vital
para nuestra existencia.
Estamos llamados,
cada uno por su cuenta,
a ser en medio de los hombres
esa señal extraordinaria.
Pero si no podemos conseguirlo,
al menos deberíamos serlo
para nosotros mismos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario