Acaricia la pantalla
y bisbisea en el teclado
las palabras
que nunca le diría
si en lugar del monitor
estuviera ella
de cuerpo tan presente
que sólo de mirarla
se quedaría sin habla,
el corazón dejaría
de latirle por momentos,
le paralizaría
la emoción del encuentro,
sentiría las cosquillas
bajando lentamente
por la espina dorsal,
no sabría realmente
qué hacer ni qué apuntar
y acabaría por dar
la imagen ridícula
de un perfecto idiota...
Pero en la pantalla
se iluminan los sueños,
se transforma
en lo que le gustaría ser
y deja a un lado
el miedo a los fracasos.
Más allá de los espejos
y las inseguridades
se le abre el corazón
e incluso puede elaborar
la estrategia de conquistarla.
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