AIRES NUEVOS

Cierra la boca...

Si sabes lo que te conviene

mejor no hables, decían:

Las paredes escuchan,

es aconsejable no decir nada.

Mejor vete, aquí no cuentas.

En otro lado podrás

vivir más tranquilo porque

aquí el silencio se expande

como una mancha sucia

que todo lo contamina:

Es una herencia maldita

de rechinar de dientes.

Tú no te distingas

en el páramo en que las calles

se han convertido:

El silencio es el impuesto

del sueño y del olvido,

esconde los rugires,

los golpes absorbidos

y las lágrimas cristalizadas.

Mejor no mires,

sigue andando

como si nada pasara,

porque el silencio se reproduce

dentro de las oquedades de la vida,

en los rincones,

en las cafeterías atestadas,

en las soledades.

Sólo el grito ensordecedor

o la sombría vista de los fines

podrá romper ese silencio escrutador,

asesino y ladrón.

Sólo el veneno del tiempo

podrá desenvenenar la calle y el aire,

solo la sangre reseca

podrá hacer cambiar y romper la cadena.

Sólo tirando y tirando

se abren los eslabones podridos.

Mi empeño, tu atrevimiento,

han de estar dirigidos

contra quien nos dirige

y nos enseña

cual ha de ser nuestra voluntad.

Sólo así habrá un mañana

limpio de silencios incómodos,

limpio de callares perennes.

Será el día en el que el cielo

se reflejará en los hombres

y mujeres de esta tierra

para ya no musitar escondidos

de noche y temor infecto,

sino gritar al aire libre

el brindis del futuro de todos:

El aire de libertad

se respirará en una plaza

y de ella irán surgiendo

canoros trinos de voces consensuadas.

Voces de riqueza joven

ansiando justicia en letras de molde

y mayúsculas escritas con pan.

Será el día en que el derecho

será algo más que letras en un libro,

la verdad será un sinónimo

de la realidad vista

y el mundo, aún sucio y lejano,

tendrá un rumor candente de futuro,

como la poesía, como la vida,

como el final del invierno

de años de despotismo

y el florecer de la primavera

en que seremos libres

para ser lo que queramos.