no perdamos el tiempo
y seamos seres humanos
que se comprometen
para darle un paisaje al ciego,
sonidos reconfortantes al sordo,
corazones a los malvados,
sentimientos al viento,
una patada en salva sea la parte
a los que nos exprimen
y un recuerdo que nunca se borre
en lo más profundo de nuestros pechos.
Que aquí no llore nadie
aunque hayamos dormido
bajo sábanas desoladas,
porque vemos transitar el hambre
y la injusticia recorrer el mundo,
sabemos que hay seres que tiemblan
hasta en el vientre de la madre
sin conocer aun el aire, o la luz,
o el grito desgarrador de la muerte...
Y cuando eso sucede
no han de llorar las miradas
sino la sangre humana y lacerada
para que sea la indignación
la que se derrame
buscando justicia para los ojos.
Que aquí no llore nadie
porque queremos ser humanos
para brindarle una patria al desterrado
y deportar el despotismo y la tiranía
que obliga a los hombres
a revolcarse en el dolor o la nostalgia.
Y volvernos pan para que los hambrientos
puedan mordernos el alma,
darle cara de comida a la miseria
para que pueda devorar su hambre,
darle sabor de trigo a las bocas
para que saboreen la paz y la alegría.
Que aquí no llore nadie,
está prohibido mientras obliguen
a la gente a alimentarse de su miseria,
porque mientras eso acontezca
no es llanto lo que deberían
destilar nuestras pupilas,
sino asumir la sencilla costumbre
de exprimir los puños de los ojos
y decir que aquí nadie llora
porque queremos simplemente
comprometernos con la vida:
Comer, reír, enamorarnos...
Vivir nuestra existencia, en suma,
y no permitir que nos la maten
antes del tiempo de la muerte.
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