que mi nombre
y su substancia
habían sido envenenados,
como si algo o alguien
entre pociones
de azufre y escorpiones
repudiase mi existencia
y resultase maldecido.
Pero supe resistir
y aunque el universo
pueda seguir crujiendo
con ruido de catástrofes
y huela mi sangre
con aviesas intenciones,
puede que esté ella
que se desnudará
para mi cada noche
y seré yo, liberado
de todas mis miserias,
el que se clave a su centro
mientras gira el mundo
y me envidian las estrellas.
Desde mi perspectiva
de superviviente
siempre ha de existir
una oportunidad
para ganarle al destino:
Y una mujer será la prueba
de que habré vencido.
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