porque los sueños dejan
imágenes truncadas y placeres pequeños
que se alejan sin dejar certidumbres.
Iré hacia ti en marea irreprimible
de sucesivas e insistentes olas,
arropando el desnudo de tu piel
en espumas de abrazos sobre la arena.
Quizá vaya como ímpetu violento
en espirales de huracán
para desflorar tus jardines
y depositar en ellos los restos de mi delirio.
O será en el empuje del torrente,
envuelta en mí y por completo zarandeada,
arrastrando tu cuerpo sin pudores
en embates que desgarren tus delicias.
También es posible que vaya sigiloso,
cual cazador arriesgado y decidido,
para tomarte por sorpresa
y cobrarme en tu piel mi recompensa.
Pero quizás llegue
como un hombre de instintos y cariños
buscando a la mujer que se entregue
con alma en fuego y cuerpo de temblores.
Y tanto en nuestro abrazo cerrado
como en tus muslos abiertos,
ha de haber una oferta de placeres
y secretos que se abran al sentir de lo vivido.
Si así voy y así te encuentro,
seré viento y torrente, seré cazador y reflujo,
te abrirás a mi asalto, y al recibirme dentro
seré yo quien te invada
y tú la precisa red que me tenga y me posea...
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