Llegó como fruta madura,
un beso rozó sus manos,
voló hasta su mirada,
y se posó suavemente
en el nido que fueron sus labios.
Era una dualidad misteriosa,
a veces hermosa fruta madura
llena de sabores exóticos,
a veces transformada
en símbolo de pureza e inocencia...
Llegaron también las palabras,
pero difícilmente explicaron
lo que significó esa presencia.
La miraba y mi alma fluía
desde la ternura
que despertaba la infancia,
hasta la fuente rebosante de deseo
que encarnaba poseer
su perturbadora textura de mujer.
Quise decirle
que era la energía del sol,
que poseía el secreto del fuego
y la fuerza poderosa del mar.
Ella no parecía entenderlo,
quizás porque en el fondo
los seres humanos
podemos ser indescifrables.
un beso rozó sus manos,
voló hasta su mirada,
y se posó suavemente
en el nido que fueron sus labios.
Era una dualidad misteriosa,
a veces hermosa fruta madura
llena de sabores exóticos,
a veces transformada
en símbolo de pureza e inocencia...
Llegaron también las palabras,
pero difícilmente explicaron
lo que significó esa presencia.
La miraba y mi alma fluía
desde la ternura
que despertaba la infancia,
hasta la fuente rebosante de deseo
que encarnaba poseer
su perturbadora textura de mujer.
Quise decirle
que era la energía del sol,
que poseía el secreto del fuego
y la fuerza poderosa del mar.
Ella no parecía entenderlo,
quizás porque en el fondo
los seres humanos
podemos ser indescifrables.
No hay comentarios:
Publicar un comentario