No le temo a la derrota,
el tiempo me ha enseñado
que perder te vuelve
solidario y sensible
ante la hiedra que se derrumba,
y el viento que asola
las vidas y las conciencias.
Quiero que nazca mi asombro
del atributo de la desolación,
y que mis letras no sean
para darle esplendor a un papel,
o decorar con ellas el vacío
con que han mandado
a suplantar los sentimientos.
El perdedor no es cómplice
de las traidoras mentiras
que recorren las calles y los despachos,
dejando el campo libre
para las miserables victorias
de los que siempre triunfan.
Llegados a ese punto,
me alegro de haber tomado
las magníficas decisiones
que me han llevado
al naufragio tantas veces repetido,
desde que tengo memoria
de lo que ello significa.
el tiempo me ha enseñado
que perder te vuelve
solidario y sensible
ante la hiedra que se derrumba,
y el viento que asola
las vidas y las conciencias.
Quiero que nazca mi asombro
del atributo de la desolación,
y que mis letras no sean
para darle esplendor a un papel,
o decorar con ellas el vacío
con que han mandado
a suplantar los sentimientos.
El perdedor no es cómplice
de las traidoras mentiras
que recorren las calles y los despachos,
dejando el campo libre
para las miserables victorias
de los que siempre triunfan.
Llegados a ese punto,
me alegro de haber tomado
las magníficas decisiones
que me han llevado
al naufragio tantas veces repetido,
desde que tengo memoria
de lo que ello significa.
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