Imagen: 'Habitación de escritor'. Óleo sobre tela de Luis G. Rajano
No escribo para recibir elogios,
ni pontificar sobre el amor,
o porque piense que la poesía
me da más clarividencia
que al resto de los mortales.
No escribo por considerar
que tengo una misión superior,
ni para mendigar aplausos
de los que se creen
intelectualmente superiores
por tener un libro en la mano.
Y desde luego, no lo hago,
para recibir la aprobación
de un jurado que no me importa,
o suplicar a una editorial
que se digne tenerme en cuenta.
Escribo porque me apetece
y soy feliz mientras lo hago,
pero considero
que denominarse poeta
significa sudar tinta
como cualquier hijo de vecino,
y hay que debatirse
entre el cielo y la tierra,
ponerle voz a seres anónimos
que sufren una existencia
al margen de los lingüistas,
esos analfabetos de la vida.
Escribo porque necesito
agregar un poco de claridad
a la neblina que nos cubre,
y porque siempre
nos estamos extraviando
entre tanta confusión
que nos azota los ojos.
Y escribiré
mientras necesite hacerlo,
haya algo que me conmueva,
y algún lector decida
que vale la pena lo que escribo...
Lo demás son historias
que no me corresponden,
y quedan al margen de mis razones.
ni pontificar sobre el amor,
o porque piense que la poesía
me da más clarividencia
que al resto de los mortales.
No escribo por considerar
que tengo una misión superior,
ni para mendigar aplausos
de los que se creen
intelectualmente superiores
por tener un libro en la mano.
Y desde luego, no lo hago,
para recibir la aprobación
de un jurado que no me importa,
o suplicar a una editorial
que se digne tenerme en cuenta.
Escribo porque me apetece
y soy feliz mientras lo hago,
pero considero
que denominarse poeta
significa sudar tinta
como cualquier hijo de vecino,
y hay que debatirse
entre el cielo y la tierra,
ponerle voz a seres anónimos
que sufren una existencia
al margen de los lingüistas,
esos analfabetos de la vida.
Escribo porque necesito
agregar un poco de claridad
a la neblina que nos cubre,
y porque siempre
nos estamos extraviando
entre tanta confusión
que nos azota los ojos.
Y escribiré
mientras necesite hacerlo,
haya algo que me conmueva,
y algún lector decida
que vale la pena lo que escribo...
Lo demás son historias
que no me corresponden,
y quedan al margen de mis razones.
1 comentario:
Por supuesto que merece lo que escribe y que siga diciendo o relatando, de de esa forma tan peculiar, a los que nos hacemos líos con las palabras al colocarlas sobre un papel,pero disfrutamos leyendo las suyas.
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