Siéntate conmigo a la orilla del mar:
Con la paz que nos embargue
miraremos el horizonte,
y con el movimiento de las olas
aprenderemos que la vida es un vaivén
que se disfruta mejor en compañía.
Aquí, frente al océano que tanto amamos,
quiero decirte que el tren de la vida
asoma a veces cargado
de posibilidades de futuro,
y si permitimos que pase de largo
puede que jamás regrese,
dejándonos el trago amargo
de las oportunidades perdidas.
Estréchame la mano,
enlacemos los dedos y el destino
para gozar juntos un tiempo
en el que habrá ternura,
dificultades y pasiones,
argumentos, contrariedades y querencias.
Pero sin levantar la voz, con suavidad,
cuidando con sumo esmero
lo que nos ofrezcamos
el uno al otro.
Podríamos querernos pausadamente,
convencidos de que somos capaces
de intercambiar sentimientos,
sabiendo que estamos mejor juntos
que cada uno por separado,
pero respetando siempre la libertad del otro
como un tesoro que nunca ha de perderse.
Ven, acércate y deja que te estreche,
acurrúcate entre mis brazos
como sólo tú sabes hacerlo.
Deja que tu perfume me acompañe
en este preciso momento,
cuando ya no somos culpables,
porque el amor es el gran éxito de la vida,
y lo redime todo.
Aquí, frente al mar que nos observa,
quiero estar vestido con tus ojos,
porque ya te he dicho alguna vez
que contigo me convierto
en la mejor versión de mi mismo.
Tú y el mar: Con eso tengo
la hermosura bravía de una ola
y la riqueza que deja tu presencia.
Con la paz que nos embargue
miraremos el horizonte,
y con el movimiento de las olas
aprenderemos que la vida es un vaivén
que se disfruta mejor en compañía.
Aquí, frente al océano que tanto amamos,
quiero decirte que el tren de la vida
asoma a veces cargado
de posibilidades de futuro,
y si permitimos que pase de largo
puede que jamás regrese,
dejándonos el trago amargo
de las oportunidades perdidas.
Estréchame la mano,
enlacemos los dedos y el destino
para gozar juntos un tiempo
en el que habrá ternura,
dificultades y pasiones,
argumentos, contrariedades y querencias.
Pero sin levantar la voz, con suavidad,
cuidando con sumo esmero
lo que nos ofrezcamos
el uno al otro.
Podríamos querernos pausadamente,
convencidos de que somos capaces
de intercambiar sentimientos,
sabiendo que estamos mejor juntos
que cada uno por separado,
pero respetando siempre la libertad del otro
como un tesoro que nunca ha de perderse.
Ven, acércate y deja que te estreche,
acurrúcate entre mis brazos
como sólo tú sabes hacerlo.
Deja que tu perfume me acompañe
en este preciso momento,
cuando ya no somos culpables,
porque el amor es el gran éxito de la vida,
y lo redime todo.
Aquí, frente al mar que nos observa,
quiero estar vestido con tus ojos,
porque ya te he dicho alguna vez
que contigo me convierto
en la mejor versión de mi mismo.
Tú y el mar: Con eso tengo
la hermosura bravía de una ola
y la riqueza que deja tu presencia.
2 comentarios:
De los mejores que he leído en este blog.
Fabuloso.
Gracias. Viniendo de quien viene, valoro aún más ese comentario.
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