Una tempestad de hielo
le atraviesa la piel herida,
mientras se siente morir
con el roce de unas manos
terribles como garfios,
que lastiman sin piedad
sus pechos temblorosos,
entre sollozos de angustia
y alaridos de silencio.
El monstruo que la aplasta
asesinó su desnudez,
la despojó de esperanzas
y ha traído hasta su cuerpo
la suciedad del mundo,
infectado de saña y deseo.
No hay amargura, ni lágrimas,
ni lugar para un sentimiento
que aplaque a la bestia.
Se apagaron las súplicas
y se desgarra por dentro,
percibiendo el horrible virus
que le descuartiza el alma
en jirones de tinieblas.
le atraviesa la piel herida,
mientras se siente morir
con el roce de unas manos
terribles como garfios,
que lastiman sin piedad
sus pechos temblorosos,
entre sollozos de angustia
y alaridos de silencio.
El monstruo que la aplasta
asesinó su desnudez,
la despojó de esperanzas
y ha traído hasta su cuerpo
la suciedad del mundo,
infectado de saña y deseo.
No hay amargura, ni lágrimas,
ni lugar para un sentimiento
que aplaque a la bestia.
Se apagaron las súplicas
y se desgarra por dentro,
percibiendo el horrible virus
que le descuartiza el alma
en jirones de tinieblas.
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