sábado, 3 de noviembre de 2007

FELIZ CUMPLEAÑOS

Imagen: "Con el corazón en la mano", óleo de Cristina Ruiz
En el universo de Alicia no quedaba lugar para las maravillas. Su mundo hacía tiempo que se suscribía a las cuatro paredes de aquella habitación de hospital y dependía por completo de las máquinas que intentaban mantenerla con vida. Llevaba esperando un corazón nuevo demasiado tiempo: En el suyo hacía tres años que los médicos detectaron un fallo que no podía ser corregido. Aquél mal de nombre impronunciable se fue agravando progresivamente... Hasta que hace ahora una semana, le confirmaron que los plazos se acababan: si el trasplante no se producía en unos días, ya no podría haber vuelta atrás.
Alicia cumple hoy 23 años. Ha agradecido las innumerables muestras de cariño de sus allegados y los trabajadores del hospital. Pero les ha prohibido celebrarlo. No hay lugar para ese festejo cuando sabes que es el último, y además deseaba guardar las últimas fuerzas que le quedaban para hacer frente a su destino con algo de dignidad. Se acercaba la hora de las despedidas y sabía que iba a ser terrible para todos.
Lo sentía casi más por los médicos y enfermeras que por ella misma. Admiraba tanto el tesón, la paciencia y la ternura con la que afrontaban su trabajo... Con siguieron hacerla sentir mucho más que una paciente, y no podía soportar ver en sus ojos la desesperación y la impotencia por no poder ofrecerle la ayuda que la salvaría.
Ensimismada estaba en estas cavilaciones, cuando vinieron a buscarla un par de enfermeras:

-Hoy es tu cumpleaños- le dijeron. –No vamos a dejar que te quedes sin tu regalo. Así que tenemos que trasladarte para que lo veas y nos digas si quieres quedártelo. Y no admitimos negativas de ninguna clase-

Por más que intentó hacerlas razonar para que la dejasen tranquila, no pudo conseguirlo. Así que se resignó a su suerte. Al fin y al cabo, lo hacían con toda la buena intención del mundo... Y cuando abrieron la puerta de la habitación y salieron al pasillo, una multitud que la esperaba comenzó a cantar el dichoso “cumpleaños feliz”. Allí estaban sus padres y su hermano pequeño, su novio, las amigas de toda la vida, el personal sanitario... Se sintió abrumada y un par de rebeldes lágrimas resbalaron por sus mejillas. Se sabía una persona afortunada, y eso lo hacía todo más difícil... Cuando acabó la canción, el médico jefe se adelantó unos pasos con lo que parecía ser el regalo y una sonrisa resplandeciente:

-Ábrelo, Alicia. Y date prisa, que no hay tiempo que perder-

Intrigada, y con un pálpito de esperanza, rasgó el envoltorio y se encontró con lo que parecía una pequeña nevera, parecida a las que algunos llevan a la playa. Miró de nuevo al médico con un signo de interrogación en los ojos...

-Dentro está tu nuevo corazón- le dijo. –No sé si es un milagro, o que el destino es a veces caprichoso, pero lo hemos recibido precisamente hoy y hemos querido celebrarlo como merece. Ahora, a prepararlo todo porque mañana a primera hora te operamos-

No sabía que decir. Se abrazó a aquél hombre bueno y en su interior dio gracias a la generosidad de la persona que con aquél regalo iba a salvar su vida. Después llegaron más abrazos, besos, la celebración contenida porque no había que agitar demasiado las cosas... Luego, ya en la penumbra de su habitación y momentos antes de dormirse, aún tuvo tiempo de pensar en lo originales que serían sus cumpleaños en el futuro: Pocas personas pueden vanagloriarse de concentrar en ellas mismas dos nacimientos a la vez ... y celebrarlo el mismo día.

No hay comentarios: