La puerta se vino abajo con un formidable estruendo y tres hombres, con aire de tipos duros y sin ningún tipo de contemplaciones, entraron en la habitación amenazando con sus armas en la mano. La sorpresa por lo que encontraron los paralizó durante unos instantes. Después llegaron las muestras de frustración. Resultaba más que evidente de que las cosas, cualquiera que fuesen, no habían salido conforme a lo que hubieran podido prever. Ese no era el final previsto.
Los encontraron tendidos sin ropa en la cama: Estaban abrazados y la sangre que manaba de sendos impactos de bala en la cabeza lo había empapado todo alrededor. Sobre la almohada había una nota manuscrita. Dadas las circunstancias les pudo la curiosidad y leyeron:
“Esta es la consecuencia de los errores cometidos en los últimos tiempos. La fatalidad nos atrajo con la fuerza de un imán, y por ello no culpamos a nadie más que a nosotros mismos por lo que nos ha ocurrido. Nuestra mayor culpa es no haber sabido ver que lo verdaderamente importante ya lo teníamos: El uno al otro. Pero no bastaba con eso. Hubo ambición y amor al riesgo, lo que nos condujo de forma inexorable hacia lo que acabó siendo nuestra perdición. Al principio todo iba viento en popa. Hasta que llegó el momento culminante, el punto sin retorno de lo que creímos la jugada maestra, pero tras la cual comenzó la caída: El final del precipicio es lo que tienen ante sus ojos.
Esta última noche ha sido extraña e intensa. En un rincón podrán ver los restos de la fogata que prendimos con los billetes. Ahí se han consumido con rapidez los diez millones que iban a brindarnos una vida de lujos, pero que sólo sirvieron para iluminar la belleza cruel de nuestra despedida. La sentencia ya estaba dictada, así que decidimos elegir la manera de irnos. De paso, y conociendo los métodos que suelen emplear, pensamos que sería mejor privarles del placer de ciertas atrocidades que imaginamos tenían mente antes de proceder a la ejecución. Esperamos que sepan disculpar las molestias y que esto no añada un plus de frustración a sus sentimientos para con nosotros.
En fin. Que podríamos acabar con alguna frase que diera un aire heroico a estos momentos. Ni por esas. Porque el miedo a morir es un síntoma de inteligencia, y no nos tenemos por tontos. Pero no ha estado mal. Nos hemos divertido, hemos conocido la pasión, el riesgo, la aventura y la increíble sensación de lo que es vivir intensamente. Quizás por eso llega ahora el premio o el castigo de este final, aunque la verdad es que no nos hubiera importado cambiar el último capítulo del guión.
No estaría mal que nos enterrasen juntos, pero cualquiera se atreve encima a pedirles ese favor. Es la hora...Tal vez nos volvamos a ver en otro sitio que preferimos no nombrar. Si fuera así, la despedida es solamente un hasta pronto...”
Los tres hombres se miraron. De pronto, el que parecía el jefe sonrió:
- Nos la han jugado bien- dijo. – Pero hemos de reconocer que al menos tenían clase-.
Los encontraron tendidos sin ropa en la cama: Estaban abrazados y la sangre que manaba de sendos impactos de bala en la cabeza lo había empapado todo alrededor. Sobre la almohada había una nota manuscrita. Dadas las circunstancias les pudo la curiosidad y leyeron:
“Esta es la consecuencia de los errores cometidos en los últimos tiempos. La fatalidad nos atrajo con la fuerza de un imán, y por ello no culpamos a nadie más que a nosotros mismos por lo que nos ha ocurrido. Nuestra mayor culpa es no haber sabido ver que lo verdaderamente importante ya lo teníamos: El uno al otro. Pero no bastaba con eso. Hubo ambición y amor al riesgo, lo que nos condujo de forma inexorable hacia lo que acabó siendo nuestra perdición. Al principio todo iba viento en popa. Hasta que llegó el momento culminante, el punto sin retorno de lo que creímos la jugada maestra, pero tras la cual comenzó la caída: El final del precipicio es lo que tienen ante sus ojos.
Esta última noche ha sido extraña e intensa. En un rincón podrán ver los restos de la fogata que prendimos con los billetes. Ahí se han consumido con rapidez los diez millones que iban a brindarnos una vida de lujos, pero que sólo sirvieron para iluminar la belleza cruel de nuestra despedida. La sentencia ya estaba dictada, así que decidimos elegir la manera de irnos. De paso, y conociendo los métodos que suelen emplear, pensamos que sería mejor privarles del placer de ciertas atrocidades que imaginamos tenían mente antes de proceder a la ejecución. Esperamos que sepan disculpar las molestias y que esto no añada un plus de frustración a sus sentimientos para con nosotros.
En fin. Que podríamos acabar con alguna frase que diera un aire heroico a estos momentos. Ni por esas. Porque el miedo a morir es un síntoma de inteligencia, y no nos tenemos por tontos. Pero no ha estado mal. Nos hemos divertido, hemos conocido la pasión, el riesgo, la aventura y la increíble sensación de lo que es vivir intensamente. Quizás por eso llega ahora el premio o el castigo de este final, aunque la verdad es que no nos hubiera importado cambiar el último capítulo del guión.
No estaría mal que nos enterrasen juntos, pero cualquiera se atreve encima a pedirles ese favor. Es la hora...Tal vez nos volvamos a ver en otro sitio que preferimos no nombrar. Si fuera así, la despedida es solamente un hasta pronto...”
Los tres hombres se miraron. De pronto, el que parecía el jefe sonrió:
- Nos la han jugado bien- dijo. – Pero hemos de reconocer que al menos tenían clase-.
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