Nunca somos los mismos,
fluctuamos entre lo que éramos ayer
o la incógnita que nos presenta
lo que llegaremos a ser mañana.
De nuestra antigua existencia
siempre quedan algunos puentes,
pero ya nos separa un abismo,
que también es parte del futuro.
Seres sorprendentes los humanos,
permitimos que nuestra vida
se desarrolle entre polvo y luz,
consumando delicados equilibrios
en una espiral de encrucijadas.
Armonía y belleza nos acompañan,
pero también tinieblas y miseria,
en una de las alforjas llevamos
sol, grandezas, amistad y flores,
en la otra nos sobra oscuridad.
Mantenemos un precario equilibrio
entre los ideales que nos hacen grandes
y las ambiciones que nos conducen
al escalón más bajo de la miseria moral.
Nos soñamos como seres racionales,
pero ideamos las peores pesadillas.
Lo que nos define como especie
es la incoherencia y lo incomprensible:
deberíamos llamarnos Contradicción.
fluctuamos entre lo que éramos ayer
o la incógnita que nos presenta
lo que llegaremos a ser mañana.
De nuestra antigua existencia
siempre quedan algunos puentes,
pero ya nos separa un abismo,
que también es parte del futuro.
Seres sorprendentes los humanos,
permitimos que nuestra vida
se desarrolle entre polvo y luz,
consumando delicados equilibrios
en una espiral de encrucijadas.
Armonía y belleza nos acompañan,
pero también tinieblas y miseria,
en una de las alforjas llevamos
sol, grandezas, amistad y flores,
en la otra nos sobra oscuridad.
Mantenemos un precario equilibrio
entre los ideales que nos hacen grandes
y las ambiciones que nos conducen
al escalón más bajo de la miseria moral.
Nos soñamos como seres racionales,
pero ideamos las peores pesadillas.
Lo que nos define como especie
es la incoherencia y lo incomprensible:
deberíamos llamarnos Contradicción.
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