Desde hace tiempo vengo sosteniendo la teoría de que el cargo de Delegado del Gobierno en Canarias lleva consigo una especie de maldición que acaba por afectar seriamente las neuronas de la persona que acceda a él. Algún mal misterioso se les introduce en el cerebro y acaban teniendo visiones de la realidad completamente opuestas a las del común de los mortales: cuando la calle clama por la inseguridad ciudadana, sacan estadísticas asegurando que la delincuencia en Canarias ha bajado. Cuando se plantea el problema de la inmigración, todo son maravillas sobre la actuación gubernamental, y el problema ya está en vías de solución. Y así tantas y tantas cosas... Da igual quién se encuentre en el cargo, porque el efecto es inmediato: Todos hacen lo mismo.
Actualmente ejerce el cargo D. José Segura Clavell. Un corredor de fondo en estos menesteres de la política: Ha sido Presidente del Cabildo de Tenerife y diputado en varias legislaturas, ocupando cargos relevantes en materias relacionadas con el transporte. Con fama de serio y gran trabajador, no se escucharon voces contrarias a su designación para el cargo que ocupa actualmente. Pero el caso es que ha venido a ser más de lo mismo. La última, sus declaraciones a causa de la indignación popular por el lamentable espectáculo que se vive en las oficinas encargadas de las renovaciones del Documento Nacional de Identidad.
Partimos de la base de que el DNI es un documento obligatorio en España, que sirve de identificación personal para cualquier trámite que pretenda realizar un ciudadano. No tenerlo o perderlo acarrea una sanción administrativa, y periódicamente hay que proceder a su renovación. Hasta ahí vamos bien. El año pasado por estas fechas se dio el caso de que durante unos días el mío anduvo extraviado. Como es natural, me acerqué a una de las comisarías donde se realizan estas labores administrativas para obtener uno nuevo. Cual no sería mi sorpresa al comprobar que la cita para entregar la solicitud de renovación la estaban dando para tres meses después, a lo que habría que añadir otro más de espera mientras se realizaban los trámites de ejecución. En total cuatro meses de plazo. Maravilloso. Al preguntar cómo iba a estar tanto tiempo indocumentado, obtuve como respuesta un significativo alzado de hombros. O sea: Esto es lo que hay.
Poco después apareció el DNI electrónico. Joan Mesquida, Director de la Policía y la Guardia Civil lo presentó como la excelencia hecha documento, ya que incorpora la firma electrónica, que simplifica enormemente las gestiones ante la administración y diversas entidades, al dotar a los trámites realizados a través de internet de una seguridad absoluta. Además, y esto también era importante, incidía en la comodidad y rapidez para obtenerlo: en un cuarto de hora, todo estaba listo.
No entiendo muy bien la razón. Será que aún hay gente que tiene la insana costumbre de creerse lo que escucha de labios de un político y los españoles se han lanzado en masa a las comisarías a obtener el dichoso documento, pero la situación no es que haya mejorado, es que ha alcanzado límites insoportables. Las colas para estos trámites (recordemos de nuevo que son obligatorios), llegan a ser de tal magnitud en determinadas comisarías de las islas que la gente ha de madrugar o incluso pasar la noche entera, armada de grandes dosis paciencia y café, y el MP3 o el libro de marras, esperando resignados durante horas para poder hacerse con los 40 números diarios que dan derecho a ser atendidos.
Y claro, como los ciudadanos españoles nos quejamos por todo, se ha levantado una polvareda que ha sorprendido al Delegado del Gobierno. Imagino que después de meditar seriamente sobre el asunto, decidió tomar al toro burocrático por los cuernos y en una comparecencia pública, ha definido la situación como una serpiente de verano periodística, ya que la cosa no es para tanto. Al fin y al cabo, los canarios somos unos noveleros y nos apuntamos a cualquier cosa. Y llegados a ese punto, hasta nos gustan las colas, no hay más que ver lo que ocurre en los primeros días de la rebajas.
Como análisis sociológico, el personaje se ha apuntado una canasta de tres puntos, si se me permite el símil baloncestístico. Tiene razón, D. José Segura: Mira que quejarnos, en esta España nuestra tan moderna, que hasta nos da motivos para pasar en alegre compañía estas calurosas noches de verano. Es que somos incorregibles.
Actualmente ejerce el cargo D. José Segura Clavell. Un corredor de fondo en estos menesteres de la política: Ha sido Presidente del Cabildo de Tenerife y diputado en varias legislaturas, ocupando cargos relevantes en materias relacionadas con el transporte. Con fama de serio y gran trabajador, no se escucharon voces contrarias a su designación para el cargo que ocupa actualmente. Pero el caso es que ha venido a ser más de lo mismo. La última, sus declaraciones a causa de la indignación popular por el lamentable espectáculo que se vive en las oficinas encargadas de las renovaciones del Documento Nacional de Identidad.
Partimos de la base de que el DNI es un documento obligatorio en España, que sirve de identificación personal para cualquier trámite que pretenda realizar un ciudadano. No tenerlo o perderlo acarrea una sanción administrativa, y periódicamente hay que proceder a su renovación. Hasta ahí vamos bien. El año pasado por estas fechas se dio el caso de que durante unos días el mío anduvo extraviado. Como es natural, me acerqué a una de las comisarías donde se realizan estas labores administrativas para obtener uno nuevo. Cual no sería mi sorpresa al comprobar que la cita para entregar la solicitud de renovación la estaban dando para tres meses después, a lo que habría que añadir otro más de espera mientras se realizaban los trámites de ejecución. En total cuatro meses de plazo. Maravilloso. Al preguntar cómo iba a estar tanto tiempo indocumentado, obtuve como respuesta un significativo alzado de hombros. O sea: Esto es lo que hay.
Poco después apareció el DNI electrónico. Joan Mesquida, Director de la Policía y la Guardia Civil lo presentó como la excelencia hecha documento, ya que incorpora la firma electrónica, que simplifica enormemente las gestiones ante la administración y diversas entidades, al dotar a los trámites realizados a través de internet de una seguridad absoluta. Además, y esto también era importante, incidía en la comodidad y rapidez para obtenerlo: en un cuarto de hora, todo estaba listo.
No entiendo muy bien la razón. Será que aún hay gente que tiene la insana costumbre de creerse lo que escucha de labios de un político y los españoles se han lanzado en masa a las comisarías a obtener el dichoso documento, pero la situación no es que haya mejorado, es que ha alcanzado límites insoportables. Las colas para estos trámites (recordemos de nuevo que son obligatorios), llegan a ser de tal magnitud en determinadas comisarías de las islas que la gente ha de madrugar o incluso pasar la noche entera, armada de grandes dosis paciencia y café, y el MP3 o el libro de marras, esperando resignados durante horas para poder hacerse con los 40 números diarios que dan derecho a ser atendidos.
Y claro, como los ciudadanos españoles nos quejamos por todo, se ha levantado una polvareda que ha sorprendido al Delegado del Gobierno. Imagino que después de meditar seriamente sobre el asunto, decidió tomar al toro burocrático por los cuernos y en una comparecencia pública, ha definido la situación como una serpiente de verano periodística, ya que la cosa no es para tanto. Al fin y al cabo, los canarios somos unos noveleros y nos apuntamos a cualquier cosa. Y llegados a ese punto, hasta nos gustan las colas, no hay más que ver lo que ocurre en los primeros días de la rebajas.
Como análisis sociológico, el personaje se ha apuntado una canasta de tres puntos, si se me permite el símil baloncestístico. Tiene razón, D. José Segura: Mira que quejarnos, en esta España nuestra tan moderna, que hasta nos da motivos para pasar en alegre compañía estas calurosas noches de verano. Es que somos incorregibles.
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