Pasados unos días de las últimas elecciones, después de haber repasado todo tipo de comentarios sobre los resultados, apetece aportar un granito de arena sobre una cuestión que parece no tener solución: La cada vez más escasa participación de los ciudadanos en las urnas. Con un poco de paciencia, y dejando un margen de tiempo prudencial de por medio, iban a reafirmarse dos cuestiones que seguramente están influyendo de manera decisiva en el progresivo desencanto de los electores sobre la influencia que sus votos tienen en las decisiones políticas en estas islas. Vayamos por partes:
El Sistema electoral.- Mal asunto cuando cerca de 150.000 votos isleños se han perdido en el camino de la inutilidad. El sistema electoral canario es una verdadera trampa para los partidos minoritarios. Se habla desde algunos sectores de la necesidad de renovación, pero resulta imposible porque se favorece de manera descarada a los tres grupos de siempre. De esta manera, ¿no resulta sencillo pensar que el elector que se inclinaría por una opción que favoreciera el cambio, prefiere quedarse en casa ya que sabe que su voto no va a servir para nada? No hay más que ver el caso de Gran Canaria, donde más de 80.000 votos han ido a partidos que no han tenido representación en el parlamento regional. El contraste con lo que sucede en la isla del Hierro, por poner un ejemplo, donde poco más de nueve mil electores eligen a tres diputados roza casi el escándalo. Es evidente que ha de haber un sistema de compensación con las islas llamadas menores para que tengan una representación insular en el parlamento regional, pero es injusto que sea a costa de la frustración de tal cantidad de gente. Para la próxima legislatura, todo lo que no sea afrontar de manera decisiva la reforma del sistema electoral en Canarias, será reírse de la voluntad popular. No nos rasguemos las camisas por la escasa participación en las urnas. Lo que debemos hacer es buscar soluciones válidas para que el sistema funcione de la mejor manera posible.
Los pactos en los municipios.- Es justo, incluso necesario, que en los Ayuntamientos donde no hayan habido mayorías absolutas se pacte para tener un gobierno municipal estable. Pero también para estas cuestiones ha de haber ciertos límites. En el municipio tinerfeño de Tegueste el escándalo tiene una cifra: 467. Son los votos con los que salió elegido concejal el cabeza de lista del CCN y que le van a convertir en alcalde. Algo realmente sorprendente cuando Tegueste tiene 8.712 vecinos con derecho a voto. Para los amantes de la estadística, estos datos significan que el susodicho alcanzará la alcaldía con poco más del 5% de los votos. La razón es el pacto al que se ha llegado con la fuerza mayoritaria, Coalición Canaria, que con ocho concejales se quedó a las puertas de la mayoría absoluta que tenía en la legislatura anterior, puesto que la cifra mágica está en nueve. Ayer mismo, D. José Manuel Molina, el susodicho, declaró en la radio para explicar la componenda, que el pacto se ha firmado con el fin de buscar la unidad del nacionalismo tinerfeño y porque los vecinos han pedido un cambio. Y se queda tan pancho. Lo podrán vender como quieran, pero lo que de verdad sucede es que va a ser alcalde con un número de votantes que cabrían en una esquinita de la plaza del pueblo. Así que la verdadera razón son las ansias de uno para ocupar la poltrona y las de otros para seguir en el poder a toda costa.
Y ejemplos así habrán unos cuantos. El sábado se constituyen los nuevas corporaciones. Veremos lo que pasa.
miércoles, 13 de junio de 2007
ALGUNOS EJEMPLOS DE LO QUE HACEN CON NUESTROS VOTOS
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