
que la naturaleza no se equivoca.
Me gustas con la piel por frontera,
liberada de la atadura de tus ropas.
Porque así, tu cuerpo se despoja
de cualquier vanidad y presunción,
quedas al descubierto, sin lugar a temores,
libre de retoques impuestos por las modas,
con la perfección asomada a tu espalda
y en el vientre que da vida a tus pechos.
El arte se hace presente al mirarte:
Eres lienzo retocado día a día,
madera para tallar con sosiego,
barro que es deseo transparente.
Una mujer despojada de maquillajes
y realces que no necesita tu figura.
Admiro tus pliegues y cicatrices,
la sorprendente imperfección que aúnas,
que seas la dueña de tu cuerpo y tus actos
y te niegues a ser producto de consumo.
Eres misterio y dulzura a partes iguales,
te presentas tal cual, libre de tabúes,
única en tus tempestades y tus calmas,
con tu yo abierto al mundo, orgullosa,
lúcida hembra que no es copia de nada,
conjunción de inteligencia y libertad.
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