El griterío se escuchaba por todo el edificio. Los porrazos estremecían a los vecinos:
-Así me lo agradeces. He intentado darle un sentido a tu vida- se escuchaba. -Maldigo el día en que decidí traerte a casa. Total, para que me lo reconozcas de esta manera-.
-Así me lo agradeces. He intentado darle un sentido a tu vida- se escuchaba. -Maldigo el día en que decidí traerte a casa. Total, para que me lo reconozcas de esta manera-.
El volumen de su voz aumentaba y esta vez era acompañado de un estrépito de cosas tiradas al suelo. Nadie se atrevió a investigar que pasaba. El drama se suscribía al ámbito familiar y a quién puede interesar meter las narices en lo que ocurre de puertas adentro en un hogar...
-Lo único que debías hacer era tener la cena lista, y ni de eso eres capaz. Nunca he vista nada más inútil-.
La lluvia de golpes siguió por un rato. Después se hizo el silencio.
A la mañana siguiente, le vieron arrojar el microondas roto a la basura. Le comentó al portero que nunca llegó a funcionar bien, y que tendría que pasar por Carrefour para comprar uno nuevo.
-Lo único que debías hacer era tener la cena lista, y ni de eso eres capaz. Nunca he vista nada más inútil-.
La lluvia de golpes siguió por un rato. Después se hizo el silencio.
A la mañana siguiente, le vieron arrojar el microondas roto a la basura. Le comentó al portero que nunca llegó a funcionar bien, y que tendría que pasar por Carrefour para comprar uno nuevo.
1 comentario:
Lo peor es que esta es una historia que se repite en todos los confines del universo,a veces pienso que es de esas cosas que no tienen esperanza,y como deseo que me equivoque.
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